En 2008, un
reporte de la Secretaría de Educación Pública (SEP) indicaba que el 95% de los
hogares de las zonas urbanas del país tenían una televisión y que los niños de
entre 8 y 14 años de edad pasaban en promedio 4 horas diarias frente a las
pantallas. Casi 5 años después, hemos vivido (y seguimos viviendo) la explosión
de las pantallas de todos tamaños como los smartphones
y las tabletas que nos conectan todo el tiempo con el mundo virtual. Muchos de
nosotros vemos que a los niños, sin importar su edad, les fascinan esas
pantallitas táctiles, coloreadas (¡y en alta definición!) e interactivas a las
cuales tienen un acceso cada vez mayor. Sin embargo, es tiempo de preguntarse:
¿será adecuado dejar una niña o un niño frente a una pantalla? ¿Cuál es el
tiempo correcto o recomendado?
En Estados
Unidos, la Academia de Pediatría indica que no es recomendable dejar que los
niños menores de 2 años pasen más de una hora frente a la televisión. Si tienen
más de 3 años, no pueden verla más de 2 horas diarias. Sin embargo, la
recomendación vale más para establecer un equilibrio en el hogar (con otras
actividades) que como una restricción que determine consecuencias nocivas o
contraindicadas en el caso de no respetarla. En Francia, esta semana (el 22 de
enero 2013), salió un reporte de la Academia de las Ciencias que sigue la misma
línea que la Academia Americana de Pediatría: en lugar de dar lecciones de vida
y restricciones estrictas, se limita a dar consejos, advertencias y los
expertos que han redactado el reporte prefieren responsabilizar que prohibir.
Sin embargo, como lo van a ver, pensamos que hay que tener mucho cuidado con el
uso de las pantallas en los niños (sobre todo cuando son pequeños). A
continuación les presentamos brevemente las conclusiones de los expertos que
justificaron con referencias científicas serias y bien documentadas.
Antes de 2 años:
Todos los
estudios demuestran que las pantallas de visualización pasiva (que no son
interactivas, como la televisión) no tienen ningún efecto positivo en los niños
de menos de 2 años. Incluso se ha demostrado que pueden tener efectos negativos
inmediatos o a futuro como: incremento de peso, déficit de atención y de
concentración que pueden llevar a retrasar las primeras palabras de un bebé.
Sin embargo, el uso de una tableta con un adulto (¡su presencia es esencial!)
puede contribuir a despertar un interés y una entrada precoz al mundo de las
pantallas. Si el formato de las tabletas se “acerca mucho a la inteligencia de
los bebés” la estimulación temprana con ellas debe hacerse con formas muy
variadas, no solamente con pantallas. Además, hay que tener mucho cuidado que
las imágenes que se vean no sean violentas ni muy rápidas ya que pueden causar
trastornos del sueño e inseguridad psíquica.
Entre 2 y 6 años:
Hasta los 3
años, exponer un niño de manera prolongada a una pantalla pasiva sin presencia
de un adulto que permita convertir la experiencia en algo interactivo y
educativo es altamente desaconsejado. A partir de 3 años, dice el estudio, los
niños empiezan a tener una forma de inteligencia que hace que pueden imitar lo
que ven en su vida cotidiana, y pueden llegar a reproducir escenas vistas en
las pantallas, actuar. Un adulto puede aprovechar ese periodo para enseñar a
sus niños a distinguir entre vida real y virtual. Sin embargo, “es importante
invitar a los niños a platicar sobre lo que ven y observan”. Finalmente, los
expertos indican que hay que evitar lo más posible el uso descontrolado y sin
vigilancia de una consola de videojuegos personal (portátil o no) antes de los
6 años. Recomiendan no permitir que un niño menor de 6 años posee su propia
consola por ejemplo.
De 6 a 10 años:
Antes de la
adolescencia, es probablemente el periodo más difícil para prohibir el uso de
las pantallas modernas a los niños. Quieren imitar a los adultos y como las
usamos cada vez más, no es trivial explicarles que ellos no pueden. Es la edad
idónea para enseñarles a autorregularse. Por ejemplo, es mejor permitir el uso
de las pantallas a los niños de más de 6 años pero poniendo reglas y horarios
que tienen que respetar. Eso les ayudará a responsabilizarse. También es la
edad perfecta para introducir la utilización de las pantallas de manera
pedagógica.
Después de 12 años:
La utilización
de las pantallas (sobre todo interactivas, como las tabletas) puede ayudar un
adolescente a “explorar muchas posibilidades y ejercer sus capacidades
deductivas”. Un buen uso, moderado, del internet puede incluso ayudarle a
controlar sus emociones, sus pensamientos, sus acciones y sus decisiones. Sin
embargo, el reporte indica que vivir exclusivamente con las pantallas como
puede pasar cuando se genera una especie de adicción puede causar una forma de
pensar demasiado rápida, superficial y fluida que empobrece la interioridad
personal y la memoria. También un uso descontrolado puede generar trastornos
del sueño y problemas de concentración.
En conclusión:
Las pantallas no
son a prohibir para los niños pero su utilización se debe regular, acompañar y
controlar por los adultos. Platicar con los niños y adolescentes debe ayudar a
responsabilizarse y a desarrollar un espíritu crítico frente a las enormes
cantidades de imágenes e informaciones que le van a llegar frecuentemente de
manera pasiva. Intentar hacer que la relación con las pantallas sea interactiva
y educativa es esencial. Para lograr eso, nosotros también, adultos, debemos
quizás volver a pensar nuestra relación con ellas.
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