Desde que nació
mi hijo, he tenido varias discusiones y debates con diferentes personas sobre
un tema un poco especial: “¿un adulto
puede tomar leche como un niño?”. Desde mi infancia, no he dejado de tomar
mucha leche todos los días. Es algo normal y habitual para mí. Antes de llegar
e instalarme en México no conocía la leche deslactosada (que ahora sí está en
todo el mundo, supongo), no sabía que había gente con intolerancia a la
lactosa, y pensaba de manera arrogante que la mala digestión de la leche era
más debido a una combinación de alimentos que a un problema vinculado
directamente con la leche. Y también, muchos de mis amigos y colegas mexicanos
no entienden porque yo sigo tomando tanta leche si “se sabe que no es bueno para un adulto”. Cabe mencionar que aún hoy
es un debate sin acuerdo mutual de ambas partes. Bueno, hasta hoy. Déjenme contarles
la historia de esa diferencia genética entre un Francés (del Norte del
hexágono) y un mexicano promedio.
Era de hielo: La leche se impuso en Europa
como un alimento necesario
Desde los años
1970, arqueólogos de Europa empezaron a descubrir envases de barro de la época
de la glaciación con pequeños agujeros en el fondo. Estos parecían hechos para
colocar pajas o popotes. Poco a poco, expertos en el tema descubrieron que esos
huecos eran justamente para poder separar la grasa de la leche para fabricar
quesos o yogurts. Efectivamente, en el 2011, una investigadora demostró que se
quedaron unas trazas de grasa de leche alrededor de los agujeros, comprobando
entonces que los primeros campesinos de nuestra civilización (de hace 7000
años) habían dejado huellas de la fabricación de lácteos. Parece extraño,
porque en esa época de la glaciación, la leche era casi tóxica para los
adultos: pues carecían de la enzima (lactasa) que degrada el azúcar de la leche
(la lactosa) en su tubo digestivo. Esta enzima es presente en los intestinos de
los bebés para que puedan mamar el pecho de su mamá pero desaparece después.
Sin embargo,
cuando surgió la glaciación, las poblaciones de entonces no pudieron comer
tanto gracias a la caza y empezaron a remplazar aquella por la agricultura,
aprendieron a reducir la lactosa de los lácteos que empezaron a producir. El
secreto era la fermentación. Sin embargo, la naturaleza y la evolución ayudaron
esas poblaciones en Europa: una mutación genética permitió que adultos
produjeran lactasa y entonces tomar leche sin fermentar. Esa adaptación a las
condiciones ambientales de vida podría
haber permitido la sobrevivencia de las comunidades que presentaban la mutación
cuando las cosechas eran escazas. También permitio un rápido éxodo del sur al
norte de Europa, ya que esas poblaciones podían resistir mejor que las que no
podían tomar leche. Un arqueólogo del University College London, Mark Thomas,
incluso recalcó que la emigración de sur a norte fue excesivamente rápida en
Europa hace miles de años, y que quizás se puede explicar ahora con la
posibilidad de tomar leche…
Una mutación que facilita la digestión
Como hemos
dicho, los niños pueden tomar leche para digerir la leche que toman del pecho
de su mamá porque producen la lactasa. Luego, el gen de la producción de esta
enzima deja de expresarse en adultos. Se sabe hoy que solamente el 35% de la
población puede digerir la leche sin molestias después de los 8 años. La
intolerancia a la leche es relativamente difícil de soportar y puede llegar a
ser realmente fuerte en algunos de 65% restantes: provoca disentería (diarrea
muy fuerte). Sin embargo, existen entonces personas que pueden digerir la
leche, y la mayoría son descendientes de ancestros de Europa eso se debe a una
mutación muy sencilla ocurrida hace 7000 años, probablemente en Hungría: un
solo nucleótido ha cambiado (una base de citosina C se cambión a timina T)*.
Por supuesto, esa mutación ayudó bastante a la parte de la población que la
presentaba: expertos estiman que incluso produjeron descendientes alrededor de
20% más fértiles que los demás. Gracias a esa ventaja, se pudo conquistar un
continente completo en pocas generaciones. Sin embargo, y como conclusión,
Thomas recalca que esa población ha podido hacer esto solamente porque era
consciente de que podía consumir lácteos y producirlos: se desarrollo lo que él
llama una “co-evolución gen-cultura”.
* Como se puede
ver en el mapa ay otras regiones de tolerancia a la lactosa en Asia, África y Medio Oriente. Esto se debe
probablemente a otras mutaciones que se llevaron a cabo por separado.
Artículo basado en un artículo publicado
por Nature.
No comments:
Post a Comment