En la presente columna,
hemos presentado varias innovaciones tecnológicas recientes o a punto de salir.
Hoy presentamos a una innovación de la Antigüedad, del segundo siglo antes de
Cristo, cuando no se tenía acceso a la tecnología. Sin embargo, veremos que,
aunque no se sepa y no queden vestigios de algún tipo de aparatos, ya había una
especie de calculadora o computadora analítica.
A principios del siglo XX, en 1900,
se descubrió en Grecia un barco en el fondo del mar Mediterráneo con una
gran cantidad de objetos interesantes para cualquier arqueólogo.
Situado cerca
de la isla de Antikythera, justo entre el Peloponesio y la isla de Creta, el
barco fue datado gracias a esos objetos: 65BC; primer siglo antes de Cristo.
Algunos fragmentos de bronce llamaron particularmente la atención: parecían
provenir de una sola máquina compleja. Al estudiar la máquina de más cerca, se
concluyó que era la más antigua máquina con sistema de engranes y ruedas de la
historia. Más impresionante aún: de todos los mecanismos de engranes
provenientes de la Antigüedad y de la Edad Media (¡y este periodo abarca varios
siglos!) que se han descubierto, se observó que era la máquina más sofisticada
de todas. Sin embargo, era difícil explicar su función y su organización.
Efectivamente, había muchas piezas y eran bastante corroídas por los años en el
fondo del mar.
Poco a poco, gracias a los avances de la tecnología para poder
analizar las piezas arqueológicas, los historiadores concluyeron que la máquina
había sido un calendario astronómico móvil, con especies de discos que daban la
fecha y la posición del Sol y de la Luna. Para lograr eso, los Griegos del año
65BC habían necesitado alrededor de 30 rueditas que relacionaban los dos ciclos
del Sol y de la Luna. Este tipo de calendario se basa en un ciclo llamado el
ciclo metónico, de 19 años (235 lunaciones).
Lo que implicaba la conclusión de
los historiadores era bastante impactante: había que volver a pensar la
tecnología de la Antigüedad. Luego, gracias a más estudios con rayos X y
tomografía por computadora, se pudo descifrar lo que las piezas llevaban
escrito. Eso permitió afirmar sin duda que la construcción de la máquina databa
del segundo siglo antes de nuestra era: de entre 100 y 150BC. También pudieron
descifrar las inscripciones que explican el funcionamiento y se pudo entonces
realizar un mapa más detallado de la máquina y de su rol en las observaciones
astronómicas. Era bastante precisa, y aplicaba los últimos modelos astronómicos
de la época. Era como una computadora o una calculadora que permitía predecir
las posiciones relativas del Sol y de la Luna para cualquier fecha. Incluso
había un mecanismo de varios engranes que permitía un movimiento sinusoidal,
algo que se pensaba había existido solamente 1,000 años después.
Lamentablemente, por alguna razón que seguramente tiene que ver con la transferencia de conocimiento (o la divulgación), este tipo de tecnología
desapareció de la civilización con el barco que se hundió y se tuvo que esperar una nueva invención,
mucho… mucho tiempo después. Eso es una razón más para defender la publicación
de los resultados científicos para que todo el mundo se entere de los
descubrimientos.
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