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Monday, August 26, 2013

La psiquiatría del intestino



El Dr. Greenblatt, de Boston (EEUU), no es un psiquiatra ordinario. En la lista de pregunta que él hace a sus pacientes están unas bastante extrañas: “¿Cómo está su estómago?, ¿Sufre algún problema digestivo desde su problema psiquiátrico, como diarrea, constipación, reflujo, acidez?”. Parece que esas preguntas no están relacionadas con la razón por la cual sus pacientes lo van a consultar, pero sí lo están. Según el psiquiatra de Massachusetts, el aparato digestivo es realmente nuestro segundo cerebro y a veces hay que buscar las causas de un desequilibrio o una enfermedad en donde menos lo esperamos.

Recientemente, Greenblatt se hizo famoso con la noticia en The Verge de que había podido curar una enfermedad bastante grave de una niña, recetando unos probióticos* en lugar de medicamentos normalmente prescritos en caso de trastornos graves del comportamiento como los que padecía ella. Mary era una adolescente diagnosticada con un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (ADHD por sus siglas en inglés). Su estado era tan grave que sus papas habían dado vueltas a todo el país para buscar una cura. Médicos le prescribieron una gran lista de medicamentos de tipo psicotrópico pero nada cambió en el estado y el comportamiento de la adolescente. Acabaron desesperados y decidieron ir a consultar al Dr. James Greenblatt, cerca de Boston con la única esperanza de que la ayudara. Greenblatt les preguntó todo lo que ya habían preguntado los demás, sobre su infancia, como se desencadenó la enfermedad, etc. Y terminó con una pregunta extraña: “¿cómo va la digestión de Mary?”…
Los papas no supieron que contestarle. El insistió: “¿Tiene diarrea? ¿Tiene reflujo o acidez? ¿Su digestión habrá cambado desde que aparecieron los primeros signos de sus trastornos?”. Cuando los papas de Mary se dieron cuenta de que contestaban “sí” a todas estas preguntas, empezaron a entender que había una relación entre esos detalles aparentemente sin relación y la enfermedad de su hija y volvió la esperanza. El psiquiatra decidió entonces prescribir probióticos adicionales a unos medicamentos y una terapia. La dosis era bastante importante ya que Mary tenía que ingerirlos dos veces al día durante unos meses. En tan solamente seis meses, los síntomas de Mary empezaron a disminuir fuertemente. Un año después, ya no había señales que permitían decir que Mary había sido enferma antes. Estaba curada.    



El segundo cerebro
El intestino de Mary presentaba un desbalance importante que causaba o por lo menos contribuía a la enfermedad crónica de la adolescente. Aunque parezca extraño, Greenblatt dice que no es sorprendente: “el intestino es nuestro segundo cerebro. Hay más neuronas en el aparato digestivo que en cualquier otra parte del cuerpo, con la excepción del cerebro”. Se estima efectivamente que hay alrededor de 100 a 200 millones de neuronas en el sistema digestivo, conectado con el encéfalo vía el nervio vago (o nervio neumogástrico). De hecho, hoy en día se realizan cada vez más descubrimientos sobre la conexión entre estados de ánimo y emociones y el apetito y la digestión.  Sin embargo, en la mayoría de los casos (para no decir la totalidad), se pensaba que siempre había una cadena de comunicación desde el cerebro hacía el sistema digestivo. Ahora vemos que parece que la comunicación se realiza en ambas direcciones. 

Eso no es anormal dice Greenblatt. Se estima que el 99% de los genes en nuestro cuerpo son de bacterias (!!!) y que los probióticos ayudan a regular el reino bacterial que está en nosotros. Y ese reino se va poblando poco a poco desde el nacimiento, ya que un recién nacido viene estéril. En un estudio del 2011 involucrando ratones normales y ratones cuyos intestinos fueron limpiados de cualquier bacteria con un poderoso antibiótico, se demostró que los ratones sin bacteria tomaban más riesgos y presentaban niveles más bajos de un biomarcador implicado en la depresión. Eso significa entonces que el aparato digestivo es capaz de transmitir información hacía el cerebro también. Más impresionante todavía, si se trasplantaban bacterias de un grupo de ratones tímidos a ratones mucho más audaces, ¡se modifica significativamente el comportamiento de las segundas!
Identificando esa relación entre el estado del intestino y el comportamiento, Greenblatt empezó a observar que muchos problemas psiquiátricos eran relacionados con problemas de digestión y que altas dosis de probióticos y una dieta normalizada ayudaba una gran cantidad de pacientes con problemas de comportamiento. Eso promete mucho y puede tener implicaciones más importantes en nuestra salud y en posibles curas en el futuro.

*Los probióticos o alimentos probióticos son alimentos que proveen microorganismos, bacterias, que viven en nuestro intestino y tienen una función importante en el mecanismo de la digestión. Se piensa que permiten mejorar la salud de las personas que los ingiere y también potenciar el sistema inmunológico. Normalmente, no son patógenos (no provocan enfermedades). Los yogures frescos o con bífidos, los quesos y leches fermentadas y el jocoque

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