Este jueves se
publicó en Nature Scientific Reports
un avance impresionante en la comunicación de información sensorimotora entre
dos cerebros diferentes vía electrodos. Una interface cerebro a cerebro
permitió una transferencia de información codificada eléctricamente entre una
rata en la Universidad de Duke en Estados Unidos y otra en el Instituto
Internacional de Neurociencias de Natal en Brasil. Esa información era todavía
muy sencilla y trataba de la realización de una tarea a elegir entre dos
opciones y una rata pudo guiar a la otra (¡a distancia!) con un decodificador,
logrando un 70% de éxito, demostrando un acoplamiento perfecto entre los dos
animales separados por miles de kilómetros. Esos resultados hacen pensar a los
autores del experimento que será posible realizar una “red de cerebros
interconectados para intercambiar, almacenar y procesar información sensorial y
motora” (sensorimotora) para “nuevos tipos de interacción social y para computo
biológico.
Comunicación extracorpórea de intención
En la
introducción de su artículo (que seguramente va a causar discusiones), citan a
Ralph Hartley: “en cualquier tipo de
comunicación el emisor selecciona mentalmente un símbolo particular y con un
movimiento corporal, como el mecanismo vocal, causa que el receptor este
conecta directamente con este símbolo en particular”. Eso ayuda a tomar
consciencia del logro del grupo de Miguel Nicolelis, quién ya ha podido
interconectar un cerebro de mono con un miembro robotizado. Se pudo traducir
una imagen cerebral del animal a un movimiento del robot con electrodos
eléctricos. No es fácil que una intención se convierta en acción, pero es
todavía más difícil cuando la acción (o la expresión si nos quedamos con la
idea de comunicación) se tiene que traducir con otra cosa que nuestro propio
cuerpo. Y no sólo se puede conectar un cerebro con un brazo robotizado, sino
que ya se pueden controlar aparatos electrónicos también. Recientemente, se ha
podido ir más allá de la traducción: se pudo retroalimentar un cerebro con
señales sensoriales externas para generar movimientos controlables. Con el control
de esas dos direcciones de entrada y salida de información entre un cerebro y
un sistema electrónico, se tenían las bases del experimento publicado ayer.
Pero, ¿qué es lo que se realizó?
Red cerebral de colaboración
El equipo del
Nicolelis entrenó las dos ratas a resolver un problema sencillo: accionar una
de dos palanquitas cuando se prendiera una lámpara arriba de la palanca
correcta. Como incentivo, les daban una recompensa: un poco de agua. Luego les
implantaron electrodos ultra delgados en el cerebro, en la región que controla
la información vinculada con el movimiento… y de esa manera conectaron las dos
ratas. La primera (en Brasil) realizaba el mismo experimento para el cual lo
entrenaron y codificaron la información de su actividad cerebral en pulsos
eléctricos transmitidos simultáneamente a la otra por los electrodos. Quitaron
el índice visual (la lamparita) a la segunda rata para saber cuál de las dos
palancas era la correcta y tuvo que confiar completamente en las señales
emitidas por su compañera para obtener su agüita. Y se logró hasta un 70% de
éxito gracias a esa colaboración. Efectivamente, “colaboraron para realizar la tarea, pero lo que la segunda rata recibió
no fueron pensamientos ni imágenes”, explica Nicolelis. Se tuvieron que
interpretar esquemas visuales y táctiles: “la
segunda rata prendió a reconocer estas señales que describen una decisión
tomada por la primera rata y crea una asociación entre la estructura y la
decisión”. Efectivamente, cuando la segunda rata que recibía las
intenciones de la primera se equivocaba en su interpretación, la primera
modificaba a propósito sus señales para que fueran más fuertes y claros… Esos
ajustes permitían obtener buenos resultados.
¿Control sensorimotor algún día? |
Parece entonces
posible asociar varios cerebros de animales para crear una computadora
biológica y estudiar una forma de tratamiento de las personas con parálisis o
paraplejia y hemiplejia. Se puede pensar también que un día se podrá saber si
las personas en coma pueden tener intenciones y decisiones o no. “Hemos creado un supercerebro de dos cerebros”
dice Nicolelis, a la manera de una computadora no convencional que no utiliza
algoritmos. Según el científico, este tipo de máquina se basaría más bien en
una especie de método de toma de decisión. El problema actual, sin embargo, y
que limita bastante la realización práctica de esas computadoras biológicas es
que se desconoce todavía la manera de decodificar las señales del primer
cerebro por el segundo cerebro.
Mientras quizás
dejará tiempo de regular legalmente el uso posible de la biomecánica y el uso
de codificación de intenciones para controlar robots u otros cerebros. Porque
si uno se pone a reflexionar un ratito, a pesar de las grandes ventajas
terapéuticas, esa tecnología puede lograr a ser peligrosa. Imaginen el control que tendremos...
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