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Friday, November 2, 2012

Comunicación luminosa entre células biológicas

Hace tiempo, hemos hablado aquí de la comunicación entre vegetales de manera molecular, con transporte de esos “perfumes” en el aire. Mostramos como era posible que unas plantas puedan dar señales importantes a otras, y eso ayudaba a explicar la floración sincronizada de arboles o inclusión la protección contra una agente patógeno o dañino. Hoy, hablamos de unos resultados más y menos recientes que intentan comprobar que también existe una comunicación luminosa entre células, sean vegetales o animales, diferente de la luminiscencia común que se conoce en biología. Eso podría abrir la puerta a una gran cantidad de aplicaciones como curar enfermedades, controlar el crecimiento (y envejecimiento) de células e incluso entender cómo se desarrollan y cómo evolucionan nuestras células desde la fecundación hasta la muerte.

Si uno busca un poco en la literatura disponible ahora (y el internet es una biblioteca gigantesca donde hay de todo, bueno y malo, por supuesto) se encuentran muchos artículos que hablan de una supuesta luz que emitirían las células vegetales y animales. Por ejemplo, se habla mucho de experimentos rusos poco ortodoxos y muy poco discutidos en la comunidad científica que reportan que el ADN puede comunicar información vía luz ultravioleta (UV). Esa luz, invisible con nuestros ojos, los únicos sensores (naturales) que tenemos se puede detectar muy bien con detectores electrónicos especiales. Es la parte de la radiación solar que nos daña la piel y que es cancerígena. Y si es tan peligrosa para nosotros ¿cómo puede ser la radiación de comunicación natural de nuestras células?

La fotoreparación
Esa pregunta se la hizo justamente un investigador alemán, Fritz-Albert Popp en los años 1970. Profesor de biofísica, se dedicaba a estudiar la interacción entre ondas electromagnéticas (la luz es una onda electromagnética) y la materia biológica. Él se dio cuenta que la característica común a varios productos cancerígenos era que bloqueaban la luz ultravioleta o transformaban esa radiación en otra (de otro color por ejemplo). Este proceso parecía ser unfactor de desarrollo de cáncer y Popp buscó por qué. Él y otros biólogos se dieron cuenta después de que el problema podía provenir de que esos productos cancerígenos que modificaban la radiación UV impedían un proceso natural de reparación interno: la fotoreparación. Ese mecanismo permite que el ADN dañado por radiación solar ultravioleta se pueda recuperar gracias a una exposición a la misma radiación con una dosis mucho menor a la que puso en peligro la vida celular. Hoy en día existen varios trabajos y reportes serios que validan y explican ese efecto natural de una gran cantidad de células vegetales y animales. Sin embargo, no se sabe bien todavía cómo y de dónde vienen esos pulsos de luz UV que facilitan la fotoreparación.

Comunicación codificada
En 2009, el suizo David Fels buscaba el alcance y las consecuencias de esa radiación celular ultravioleta y comprobó que existía una transferencia de información entre células vía ondas luminosas. No solamente eran radiaciones para curar químicamente una célula en peligro, sino era una verdadera información que se transmitía de célula a célula. Lo pudo comprobar con un experimento en el cual un grupo de células podía influenciar otro grupo de células a distancia, incluso con una barrera de vidrio entre las dos cajas Petri en las cuales se encontraban los diferentes grupos. Por primera vez, se podía entonces demostrar que existía comunicación no una manera que no era molecular, como una especie de perfume volátil, sino luminosa.
Este año, se ha podido verificar que la manera de mandar la información es codificada. Efectivamente, lo más impresionante de la comunicación luminosa “inter-células” es que hay información fina y precisa. La conclusión de Fels en 2009 era que las partículas de luz llamadas fotones podían servir de arranque para desarrollo celular específico, y eso implica que haya un mensaje. Y eso tiene que ser codificada: no basta con irradiar tiene que haber un código que la emisora conoce y que sea descifrable por las que lo reciben. La manera de codificar fue descubierta y publicada la semana pasada por el ruso SergueyMeiburov de Moscú. Se parece altamente a la que usamos nosotros en las comunicaciones digitales como el internet. Son paquetes de pulsos (o “bits”) mandados sucesivamente. Con sensores específicos se demostró que existe un orden, no se mandan al azar. Estamos entonces cerca de descifrar esos códigos específicos de mensajes complejos y finos como “hay que florecer”, “cuidado, existe un peligro” y otras cosas. Quizás incluso se podrán entender, copiar y crear mensajes de desarrollo celular para poder comunicar con células, controlarlas y curar enfermedades. Seguramente vamos a descubrir mucha información al respecto. ¡Qué emoción!

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