A finales de marzo,
fueron publicados resultados muy importantes sobre la capacidad de control
cerebral sobre ratones. Reactivando ciertas neuronas, investigadores produjeron
memorias artificiales en las cabezas de los ratones. Esos resultados,
publicados en las dos revistas científicas más famosas del mundo (en línea el
22 de marzo en la revista Nature y un
día después en la revista Science), parecen
ofrecer una comprensión más profunda de como el cerebro crea y usa memorias. Aunque
la mayor parte del conocimiento que tenemos sobre como el cerebro puede recordar
venga de estudios que buscan signos de memorias naturales dentro del cerebro, los
dos nuevos trabajos reportan fabricación de memorias creadas artificialmente.
Efectivamente, ambos crearon una memoria falsa de una situación de miedo en
ratones, con efectos sobre el comportamiento de los ratones fácilmente
observables.
Identificar donde se almacena la memoria
El primer trabajo
relatado en Science, utiliza una
molécula que, en contacto con una medicina particular, podría activar neuronas.
Los investigadores modificaron los genes de los ratones para que sólo las
neuronas activas durante la formación de una memoria particular fabricaran dicha
molécula. De esa manera, esta molécula marca todas las células en el cerebro
que constituyen una memoria y los científicos pueden entonces identificarlas
cuando analizan el comportamiento de los ratones. Por ejemplo, se puede generar
un tipo de acontecimiento particular que va a provocar la creación de una
memoria en el cerebro de los ratones y luego, el conocimiento del lugar donde
se almacenó permite reactivar aquellas células más tarde, dando la impresión de
revivir el momento.
Y reactivarla artificialmente
En este caso,
para comprobar que funcionaba el principio de identificar el lugar de
almacenamiento y reactivar una memoria, los científicos del grupo del Dr.
Mayford de la Universidad de California San Diego pusieron los ratones en dos
tipos de cuartitos muy diferentes con marcadores bien determinados y trazaban
la memoria de cada uno de ellos. El primero era cuadrado con paredes opacas y
piso blancos y sin ningún olor particular en el cual jugaban los animales.
Luego los metían en un espacio perfumado con las paredes de cuadros blancos y
negros y un piso con rejilla en el cual sometían los ratones a choques. Después
de un rato, cuando se formaba la memoria, ellos aprendieron a dejar de moverse
en respuesta automática al estar en ese cuartito tan desagradable. En sus
pruebas, los investigadores lograron reactivar la memoria del primer espacio
blanco y más cómodo durante la sesión de choque y cambiar su comportamiento asociado
a los choques. A pesar de no saber lo que sintieron los ratones, se pudo crear de
alguna manera una forma de combinación de la memoria reactivada y del cuarto
desagradable, formando una memoria híbrida, entre las dos experiencias.
El otro estudio,
publicado en Nature y conducido por
Susumu Tonegawa del Massachussets Institute
of Technology, es muy parecido pero utilizó una técnica llamada
optogenética, bastante rápida y eficiente para lograr el control de algunas
neuronas a partir de cierta fuente de luz. En este caso, se usaron unas
moléculas particulares que respondían a un tipo de luz para localizar y luego recrear
una memoria de miedo vivido anteriormente en ratones. Un día después de una gran
experiencia de miedo, y en un cuarto completamente diferente con otras
características, los animales se congelaron cuando fueron expuestos a la luz que
excitaba esas células del cerebro en las cuales estaba almacenado el miedo. De
alguna manera, volvieron a vida de manera artificial esa memoria con un
destello de luz. Minutos después, cuando la luz se apagaba, los ratones volvieron
a comportarse normalmente.
Como dijo
Tonegawa, esos resultados comprueban que "el comportamiento está en
realidad basado en cambios muy específicos en el cerebro"; la estimulación
de un pequeño número de neuronas conduce a una respuesta de conducta muy compleja.
Pero según Mayford, los investigadores de su grupo se quedaron sorprendidos de que
la memoria artificialmente llamada “no hizo un lío del animal, y que el ratón
podría usarlo en absoluto" en una forma de conducta híbrida: el ratón no
está ni totalmente aquí en el momento presente, ni totalmente perdido en su
memoria. Y aunque se pueda aprender mucho de este tipo de investigaciones, la
parte ética se tendrá que cuidar mucho a futuro, ya que uno puede imaginarse
todas las consecuencias que podría tener. Además, como lo dicen los que
condujeron esos estudios, ni se sabe bien lo que está experimentando el ratón
cuando se active su memoria de manera artificial.
(Artículo adaptado de Making
Mouse Memories de Laura Sanders, Science News)
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