Con el impacto
de las telecomunicaciones sobre nuestras vidas y gracias a la propagación del
conocimiento, posible gracias a esos medios, estamos en contacto en tiempo real
con los investigadores y tecnólogos. Buenas noticias de los últimos avances y
logros a nivel internacional nos llegan todos los días. En solamente dos meses
en el año 2012, se han logrado avances impresionantes en varios campos de la
ciencia y de la tecnología. La micro- y ahora nanotecnologías están
revolucionando el mundo gracias por ejemplo a todos los procesos de
miniaturización de dispositivos que utilizan esas tecnologías. Por lo tanto,
ellas están tan metidas en nuestras vidas cotidianas que parecen un campo muy
dominado y totalmente controlado por los cientificos e ingenieros que fabrican
nuevos materiales. Todos pensamos que desarrollar nuevas innovaciones a partir
de la micro y nanotecnología se realiza bastante fácilmente.
Sin embargo, la
capacidad de manipular y luego entender el comportamiento de la materia a esas
escalas tan pequeñas es un factor bastante limitante que hace que la mayoría de
los resultados interesantes reportados en revistas científicas de alto impacto se
queden en el grado de “revolución” en el laboratorio o bajo ciertas condiciones
muy particulares. Frente a tantos descubrimientos, uno se puede preguntar
legitimamente: “¿Qué tan cerca de mi
está esa revolución?” El domingo pasado, la famosa revista Nature publicó un artículo1
que ha sido comentado en todo el mundo esta semana, porque promete revolucionar
la microelectrónica. Efectivamente, sabemos que los transistores son los
elementos que permiten a un procesador de calcular y a una memoria de guardar información.
También sabemos que es importante reducir su tamaño para miniaturizar más la
tecnología actual y reducir costos, pero, concretamente: “¿Qué nos puede
aportar el transistor de un solo átomo que reportan en ese artículo?”
Controlar la
posición de un atomo
Como lo dicen
los autores del artículo en cuestión, poder controlar la materia a nivel
atómico para construir, bloque por bloque, un dispositivo muy bien controlado
es la parte central de la nanotecnología. Efectivamente, la precisión es el parámetro
más importante para asegurar que el resultado deseado sea logrado. En la
mayoría de los casos, no se logra controlar la materia a escala nanométrica con
la precisión deseada pero la práctica puede resultar ser una relativamente
buena aproximación de la teoría, es decir del objetivo principal de partida de
una investigación. En el caso del transistor de un sólo átomo, el grupo de
Michelle Simmons2 ha podido colocar un átomo de fósforo con una
precisión extremadamente buena en un cristal de silicio3. Es un
logro que merece una publicación de alto calibre por varias razones, una de
ellas es que nadie lo había hecho antes.
Otra
justificación al impacto del artículo es que está respondiendo a una gran
necesidad tecnológica actual: seguir reduciendo el tamaño de la electrónica
para desarrollar más aplicaciones innovadoras. Hasta hace pocos años, la
miniaturización era lograda con la optimización continua de los procesos
ópticos utilizados para fabricar los transistores. Sin embargo, hoy existe un
nuevo límite que surgió con la miniaturización y que se presenta directamente
en la realización de un proceso antes libre de problemas, hasta llegar a
ciertas dimensiones. Efectivamente, para fabricar transistores se tiene que
dopar el silicio con otros atómos, y los dispositivos modernos son de escala
tan reducida que los materiales dopantes ya no pueden colocarse en cualquier
posición. Sin control de la posición exacta de los dopantes en el silicio, las
propiedades electrónicas de los transistores cambiarían demasiado entre uno y
otro y no se podrían utilizar como requerido. Saber como depositar esos átomos
adicionales en el cristal de silicio es entonces un reto muy importante para
seguir reduciendo el tamaño de los chips, y luego de los equipos electrónicos.
Y hasta esta semana, era imposible.
Una solución
todavía inaplicable prácticamente
Para enfatizar
la importancia del avance, el grupo de trabajo publicó el artículo en Nature
con el título explicito “Un transistor de un sólo átomo”. Para lograr
manipular un átomo muy pequeño con tanta precisión tuvieron que utilizar una
combinación de microscopia de barrido por tunelaje4 y de litografía
de hidrógeno. Aunque el resultado no este al alcance de cualquier investigador
por la complejidad de la técnica, promete mucho para fabricar transistores más
pequeños, también se puede aplicar a la fabricación de dispositivos
optoelectrónicos (utilizando la interacción de la luz con la materia para
sensores o fuentes de luz muy pequeños) y a la realización de computadoras
cuánticas basadas en el espin de los electrones. Sin embargo, y para contestar
nuestra pregunta inicial, resolver un problema tecnológico actual no significa
acercarse mucho a un dispositivo final y real. Efectivamente, Simmons y sus
colaboradores tuvieron que bajar la temperatura del sistema por debajo de -270
grados centigrados para asegurarse que el transistor funcionara como esperado.
A pesar de esa limitación bastante importante, es razonable pensar que van a
poder optimizar el proceso y que esa prueba de concepto pronto llevará esa
tecnología de experimento de física atómica a aplicaciones reales en nuestras
vidas. Eso nos permite concluir que estamos cada vez más cerca de la ciencia de
punta y e lugar de utilizarla sin pensar en lo que tenemos en nuestras manos,
podemos intentar aprender de ella.
1M.
Fuechsle et. al. “A single-atom transistor”, Advanced
Online Publication, Nature Nanotechnology.
2Michelle
Simmons, el autor principal del artículo, es de la Universidad de Sidney, y
colabora con investigadores de Australia, Korea del Sur, y EUA.
3El
fósforo es un material comúnmente utilizado para dopar el silicio
negativamente: como tiene un electrón más que el silicio permite crear un
desequilibrio de electrones entre esos dos átomos y ayuda a fabricar los transistores
actuales. El radio de un átomo de fósforo es aproximadamente de 100 picometros,
o sea 0.1 nanometros.
4El potencial de la
técnica es enorme dado la posibilidad de obtener imágenes de superficies
metálicas a escala atómica. Debido a la capacidad de proporcionar un perfil
tridimensional de la superficie de la muestra es muy útil en la caracterización
de agregados, textura y defectos superficiales de los metales. Su uso abarca
únicamente el estudio de materiales conductores y su nombre se debe a que se
utiliza el efecto túnel para generar la imagen.
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