CME: un cañon de partículas cargadas
A finales de
enero, el Sol conoció su primera explosión intensa del año, la más fuerte desde
el 2006 (ver archivos de nuestro blog). Esa expulsión de masa de la corona
solar (o CME por sus siglas en inglés “corona
mass ejection”) estuvo tan poderosa que provocó un viento solar lleno de
pequeñas partículas cargadas invisibles que se tardaron entre dos y tres días
en llegar a nuestra altura. Es una consecuencia conocida de las CME pero el
efecto de esas partículas que viajan a más de 1300 kilómetros por hora sobre
aparatos eléctricos y electrónicos puede ser importante. Pueden imaginar si
empiezan a fallar los instrumentos de un avión volando, o si una planta de
generación de electricidad está afectada…
Por lo tanto,
institutos y laboratorios como el Goddard Space Weather
Lab que depende de la NASA siempre intentan predecir cuando y donde
llegarán esas partículas y generan imágenes en su página web para que podamos
visualizar y seguir esos vientos solares cargados. Sin embargo, siempre es
difícil saber si la barrera natural de nuestro planeta va a poder limitar los
efectos nocivos potenciales de las partículas y si los satélites que pusimos en
órbita van a resistir o si pueden fallar a la hora del choque de una partícula
cargada con su estructura. En enero y esta semana, el problema con las
deflagraciones no era tanto su intensidad, sino que la onda, el viento solar,
iba directamente en nuestra dirección y que llevaba muchas partículas cargadas.
Señales de precaución
A lo largo de la vida del Sol y de la Tierra, nuestra fuente de luz natural ha tenido una gran cantidad de explosiones más fuertes. Nuestro astro tiene una actividad ya mucho mejor conocida y se ha detectado que funciona por ciclos de aproximadamente 11 años. Actualmente, nos estamos acercando al pico de actividad que llegará en 2013 y 2014. Es importante monitorear esos cambios para poder no solamente predecir lo que podría pasar cuando aparece una CME, sino también para entender mejor como nuestro planeta se defiende contra el peligro que viene de lejos. Las CME se generan cuando una gran cantidad de energía magnética está liberada de la superficie, o corona, del Sol. Si su intensidad es elevada, una CME expulsa muchas partículas cargadas que chocan unos días después contra una protección o vaina magnética natural que presenta la Tierra. Esos choques (también llamados tempestades solares) son visibles donde la protección es más débil o más delgada: por eso las auroras boreales y australes son visibles en los polos. Cuando una explosión solar muy potente nos llega, aquellas auroras pueden ser visibles más cerca del Ecuador. Este fenómeno rarísimo y muy bonito no es peligroso pero significa que algunas partículas pueden llegar a afectar el sistema eléctrico, las telecomunicaciones, la electrónica en general y hasta nuestra salud. Dr Craig Underwood, del Surrey Space Centre (Reino Unido) dice que "esos acontecimientos nos recuerdan que nuestras vidas modernas dependen de manera impresionante de la tecnología espacial y de grandes infraestructuras eléctricas". Uno solamente puede imaginarse lo que pasará si llega a fallar esa tecnología. Pero las consecuencias pueden ser tan importantes que los financieros del mundo están emitiendo avisos de potenciales peligros sobre la economía y algunos están intentando relacionar la crisis con la actividad solar con programas y modelos matemáticos. Lo que sí es seguro, es que 2012 marca el principio de un periodo de 2 o 3 años de actividad intensa de la cual vamos a escuchar hablar.
Señales de precaución
A lo largo de la vida del Sol y de la Tierra, nuestra fuente de luz natural ha tenido una gran cantidad de explosiones más fuertes. Nuestro astro tiene una actividad ya mucho mejor conocida y se ha detectado que funciona por ciclos de aproximadamente 11 años. Actualmente, nos estamos acercando al pico de actividad que llegará en 2013 y 2014. Es importante monitorear esos cambios para poder no solamente predecir lo que podría pasar cuando aparece una CME, sino también para entender mejor como nuestro planeta se defiende contra el peligro que viene de lejos. Las CME se generan cuando una gran cantidad de energía magnética está liberada de la superficie, o corona, del Sol. Si su intensidad es elevada, una CME expulsa muchas partículas cargadas que chocan unos días después contra una protección o vaina magnética natural que presenta la Tierra. Esos choques (también llamados tempestades solares) son visibles donde la protección es más débil o más delgada: por eso las auroras boreales y australes son visibles en los polos. Cuando una explosión solar muy potente nos llega, aquellas auroras pueden ser visibles más cerca del Ecuador. Este fenómeno rarísimo y muy bonito no es peligroso pero significa que algunas partículas pueden llegar a afectar el sistema eléctrico, las telecomunicaciones, la electrónica en general y hasta nuestra salud. Dr Craig Underwood, del Surrey Space Centre (Reino Unido) dice que "esos acontecimientos nos recuerdan que nuestras vidas modernas dependen de manera impresionante de la tecnología espacial y de grandes infraestructuras eléctricas". Uno solamente puede imaginarse lo que pasará si llega a fallar esa tecnología. Pero las consecuencias pueden ser tan importantes que los financieros del mundo están emitiendo avisos de potenciales peligros sobre la economía y algunos están intentando relacionar la crisis con la actividad solar con programas y modelos matemáticos. Lo que sí es seguro, es que 2012 marca el principio de un periodo de 2 o 3 años de actividad intensa de la cual vamos a escuchar hablar.
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