El 18 de abril, era el 57º aniversario de la muerte de Albert Einstein. Y
justamente, ese día, se publicaron varios artículos retomando el delicado tema
de la posible contribución “secreta” de su primera esposa, Mileva Marić, en sus
trabajos. Histórianos han buscado y (según ellos mismos) demostrado que el
genio premio Nobel de Física hubiera debido reconocerla como coautor de sus
artículos tan famosos del 1905.
La duda empezó en 1955
Cuando murió
Einstein, en 1955, un amigo suyo de los primeros años de su vida científica, el
físisco Fedorovich, escribió que había visto los manuscritos de los artículos
de 1905 antes de sus publicación y el autorlos había firmado Einstein-Mariti..
Empezó entonces la confusión, ya que Mariti es una variante de Marić en húngaro
y que en la costumbre suiza el apellido de una mujer se transforma de esa
manera cuando se case.
A finales de los
años 1980, después de unos años de investigación, se publicó un artículo en una
revista científica muy popular sobre la posibilidad de que Mileva haya efectivamente
ayudado a su marido Albert en la publicación de su trabajo sobre la relatividad
especial. También se analizaron algunas cartas entre los esposos y en una de
ellas venía una frase muy ambigua diciendo que tenían que “llevar nuestro
trabajo sobre el movimiento relativo a una conclusión exitosa”.
En fin, esa
idea, que algunos hasta llaman conspiración, estableciendo que Mileva Marić
haya ayudado Einstein ha circulado mucho. Fue rechazada por muchos grupos de
físicos y científicos del mundo y provocó una controversia bastante importante
que todavía sigue en pie hoy en día. Últimamente, existen varios trabajos que
están intentando obtener más información clara y correcta para saber lo que
pasó realmente. Uno de ellos, publicado esta semana en el sistema de archivos
de borradores de artículos ArXiv por
Galina Weinstein (un apellido muy similar al del físico, por cierto), espera
dar una conclusión firme y definitiva al debate.
¿Confusión o realidad?
Weinstein dice
que después del documento de Fedorovich, algunos interpretaron que Einstein y Marić
habían colaborado y luego el rumor se transformó en “Mileva Marić es coautor de
los artículos del genio”. Eso terminó publicado, y visible para todo el mundo,
a finales de los 80, sin muchos fundamentos reales. Weinstein analizó también
las cartas entre Mileva y Albert y dice que el físico parece haber utilizado a
su esposa más como una especie de “caja de resonancia” para poder escribir sus
ideas y analizarlas que como colaborador para discutirlas. Además, Mileva Marić
no tenía diploma y ha demostrado que no tenía habilidades en matemáticas.
Sin embargo, muchos
dicen que Marić no concluyo su carrera no porque falló sino porque tuvo que
hacerse cargo de los hijos de la pareja. Además, surgió otro argumento muy
fuerte a favor de la idea de que hubiera podido ayudarle a su esposo: cuando se
divorciaron en 1919, Einstein aprobó una clausula diciendo que le daría a ella
todo el dinero de un eventual premio Nobel que le podrían otorgar por su
trabajo… Weinstein simplemente rechaza la posibilidad de que sea una prueba de
más. Explica que en aquel entonces todo el mundo sabía que Einstein lo iba a
ganar y que esa clausula era una reacción normal y esperada de una mujer que no
quería divorciarse de su marido y estaba sufriendo una depresión.
Es entonces muy difícil dar una conclusión definitiva al debate. Y si uno busca bien la información que existe en la literatura, es todavía más difícil tener una idea clara: pues existen muchos argumentos erróneos y pruebas falsas. Por ejemplo, se habla mucho de unas correspondencias entre Mileva y una amiga, Helene Kaufler. Algunos citan cartas en las cuales la esposa de Einstein dice explícitamente “el trabajo de mi esposo” y otros reportan que hubiera escrito “nuestro trabajo”. El secreto de la mujer de Einstein sigue escondido entonces y nadie más que ellos dos sabían la verdad. Lo más probable es que se la llevaron en la tumba, y nunca va a parar el debate, hasta que desaparezca en el olvido, algún día.
Es entonces muy difícil dar una conclusión definitiva al debate. Y si uno busca bien la información que existe en la literatura, es todavía más difícil tener una idea clara: pues existen muchos argumentos erróneos y pruebas falsas. Por ejemplo, se habla mucho de unas correspondencias entre Mileva y una amiga, Helene Kaufler. Algunos citan cartas en las cuales la esposa de Einstein dice explícitamente “el trabajo de mi esposo” y otros reportan que hubiera escrito “nuestro trabajo”. El secreto de la mujer de Einstein sigue escondido entonces y nadie más que ellos dos sabían la verdad. Lo más probable es que se la llevaron en la tumba, y nunca va a parar el debate, hasta que desaparezca en el olvido, algún día.
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