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Sunday, November 24, 2013

Ingeniería de tubería sanguinea

Esta semana, una nota de la BBC-News describió como un ingeniero ha resuelto su problema de salud proponiéndole a su médico cirujano una solución que no se le había ocurrido antes a la comunidad médica internacional. Gracias a su forma de pensar muy “ingenieril” y bastante diferente de la de los expertos de la profesión, no solamente tuvo una buena idea para él sino que le está cambiando a la vida a mucha gente con un problema similar.



Tal Golesworthy, del Reino Unido, ha tenido un problema de salud muy grave, que le podía quitar la vida prematuramente. Conforme avanzaba el tiempo, su estado de salud se iba empeorando y requería una operación bastante complicada y pesada, con probabilidad no nula de fracaso. Su enfermedad es un poco extraña, no muy frecuente pero problemática: se llama el síndrome de Marfan. Consiste en una falla de los tejidos conectivos, que son los tejidos que recubren los órganos y algunas arterias y venas grandes, para que mantengan su forma y tamaño a lo largo del tiempo y para que resistan las presiones del flujo sanguíneo. Para la aorta, por ejemplo, si se compara con una manguera para regar las plantas en el jardín, se puede ver como la parte externa de plástico de la manguera. En el caso de los pacientes afectados por el síndrome de Marfan, la manguera se afloja en unos puntos y se puede empezar a debilitar y eventualmente a perforar, provocando una fuga. Se pueden imaginar lo que pasaría si se perforara la aorta que transporta una gran cantidad de sangre al cerebro... Es el miedo con el cual tienen que vivir los pacientes como Tal Golesworthy. Saben que poco a poco se van desgastando esos tejidos, se van estirando, alargando y algún día pueden romperse.

En el 2000, el médico le dijo a Tal que tenía que operarse, pero la cirugía normal en este tipo de casos es tardada, peligrosa y compleja; pues consiste en remplazar pedazos de aorta estirados por injertos artificiales o en colocar pedazos metálicos en el corazón si hay secciones rotas en él. Al ingeniero Golesworthy no le parecieron estas opciones, como lo reporta Smitha Mundasad de la BBC, ya que involucran una toma de medicamentos anti-coagulantes y eso le iba a cambiar completamente su estilo de vida. Tal no quería “vivir en un capullo de algodón”. Por lo tanto, regresó a su casa en búsqueda de otra opción y su manguera de jardín le dio la idea bastante sencilla que le iba a salvar la vida: podía ingeniar una venda de contención para envolver las partes alongadas de la aorta y regular su tamaño a pesar del daño de los tejidos que normalmente realizan esa función. Era como hacer un taco de aorta, pero con material biocompatible e integrado al cuerpo, sin modificar sus funciones.

Después de un tiempo, logró convencer a su médico que su idea valía la pena considerarse como una potencial solución adecuada para resolver su problema de salud. Juntaron a varios médicos y lograron ingeniar una solución funcional en alrededor de 3 años. Gracias a la idea original de Tal, ahora se fabrican especies de mangas para tejidos sanguíneos entonces, hechos a la medida del paciente que lo necesite. Luego, un cirujano puede pegar esa manga o venda al aorta con puntos de micro-cirugía y dejar que esa manga contenga el vaso sanguíneo en su tamaño normal, sin sufrir modificaciones con el tiempo. Como el dispositivo se coloca fuera de la aorta, es más fácil que la solución anterior que consistía en reforzar el tejido desde dentro…




Cuatro años después de su idea, se injertó una manga de aorta al ingeniero Golesworthy. Fue la idea de su vida, la con mejor aplicación: salvarle la vida. Después de 9 años con el dispositivo injertado, el tamaño de la aorta no ha cambiado. Es un éxito total. En la nota publicada por la BBC, Golesworthy dice que “de repente, mi aorta era reparada, empecé a respirar fácilmente, a dormir bien y a relajarme como no lo había podido hacer durante años antes”. Y además, ahora más de 40 pacientes de casi todas las edades han podido aprovechar la idea para mejorar sus vidas y vivir mejor (en Londres y en Bélgica). Sin embargo, y aunque todos los médicos sondeados reconocen que es una excelente idea, se sigue practicando el protocolo antiguo que presenta también excelentes resultados. Se dice que hay que esperar muchos años para poder realmente comparar las dos formas de ayudar a los pacientes que padecen del síndrome de Marfan. Por lo tanto, el aparato ingeniado por Tal Golesworthy está en proceso oficial de prueba clínica para que se pueda aprobar a más amplia cobertura en el Reino Unido y fuera. Pero es un buen ejemplo de lo que puede hacer un ingeniero práctico si colabora con un médico que sabe escuchar y considerar una idea externa a su gremio.

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