Es la historia de una frágil economía emergente. En Alemania, el sector de la energía solar va mal. La empresa Q-Cells, ex-líder mundial en este campo, anunció que está cerca de la bancarrota y que va a sufrir en 2012... y eso aunque haya abierto nuevas plantas en países más competitivos (donde la mano de obra es más barata).
Solon, otra empresa alemana, ya se declaró en quiebra en diciembre, dejando a 800 personas sin trabajo.
Solar Millennium AG sufrió las mismas consecuencias y Sunways está a punto de caer en las manos de la empresa china LDK Solar.
Ese débacle demuestra que el voluntarismo político, aunque sea aleman, siempre no es suficiente para crear un sector energético de cabo a rabo.
Q-Cells es víctima de un hundimiento de los precios de las celdas fotovoltaicas, hasta un 50 % en 2011, según la agencia financiera Bloomberg, a causa de una caída de la demanda. Efectivamente, el sector está visiblemente sufriendo el estallido de una burbuja, que tuvo origen al principio de los años 2000. En Alemania, los fabricantes de celdas fotovoltaicas en la bolsa de valores se multiplicaron a punto que el indicio "TecDax" de los valores tecnológicos había sido rebautizado "Sundax" (cambiaron el "tec" de tecnologías por "sun" de sol) por los mismos profesionales de la Bolsa alemana.
Pero en 2012 el despertar es doloroso: el gobierno alemán dejó de subvencionar el sector ya que considera que la energía solar tiene un costo demasiado elevado. Eso está significando que los consumidores van a tener que pagar decenas de mil millones de euros de costes suplementarios... y, por lo tanto, van a comprar celdas más económicas, producidas por China.
(fuente: Le Monde)
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